miércoles, 2 de diciembre de 2009

La pantomima de la igualdad

-Por qué te pones esa falda tan corta? Y ese escote? Hay que ver cómo le miras!

-Déjala en paz, hombre; después de todo, ella te ha escogido a tí, no?

Ese es, más o menos, el contenido de un anuncio que he escuchado este mediodía en Catalunya Radio. Imagino que forma parte de la campaña de igualdad que estos días nos lava la cabeza.
Claro! El machito de turno no tiene ningún derecho a fiscalizar la conducta de su chica. Por supuesto que no. Pero tiene ella el derecho a elegir? Tiene verdadermente el poder de elegir a su chico entre un ramillete de aspirantes? Da por supuesto el guionista que son ellas quienes escogen? Entonces, si ellas escogen y a todo el mundo le parece natural, a qué tienen derecho ellos? Hasta ahora tenían derecho a fastidiar. Es evidente que nadie debería tenerlo. En cuanto al poder de elección, por qué a tantos parece natural que feminidad y masculinidad de distinguen por las cuotas de acceso a esa ventaja? Deberíamos preguntarnos más acerca de los imaginarios femeninos relacionados con el poder que representa estar en disposición de elegir. Ese poder tenía hasta ahora una contrapartida social e históricamente consensuada en la supuesta naturalidad del poder de control masculino. Uno es la cara y el otro, la cruz de la misma cosa ; así que no se puede ni es ético proscribir uno y ensalzar el otro a un tiempo.

Lo mismo ocurre en la tele, donde a ellos se les hace decir que ninguna mujer será inferior y a ellas, que ningún hombre será superior. Cuanto menos, el hecho es llamativo por lo contradictorio. No seria mejor trascender las jerarquías, si lo que verdaderamente se busca es la igualdad? Es cierto, pues, que se está buscando la igualdad? No nos enseña la vieja dialéctica que la síntesis transciende a tesis y antítesis? Cuántas veces tendremos que repetirnos que es imposible anular completamente una posición en beneficio de su antagonista? Quién tiene el poder de decisión en este dominio?

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