martes, 21 de abril de 2009

4 cocineros españoles entre los 10 mejores del mundo

La vanguardia publica en su primera página la noticia. Muy bien. Si así lo hacen, será porque se sienten ufanos de ello ; seguramente, coinciden con gran parte del país. ¿Y cómo es que tenemos cuatro cocineros entre los diez más apreciados? Pues porque hemos invertido en cocina. ¿Será que las ayudas de la comunidad europea se invirtieron en comidas de alto copete?

No puedo asegurarlo. No hay pruebas, pero lo que sí está claro es que si se hubieran invertido en ciencia, arte y humanidades, ahora podríamos publicar en todos los media del mundo entero que estamos entre los primeros de todo eso.

¿Será que muy pocos nos sentiríamos orgullosos de ello?

viernes, 3 de abril de 2009

Ciencia y cultura en el VI Campus Euroamericano. Buenos Aires. Marzo 2009

El Dr. Eudald Carbonell, que en su disertación insistió en la exponencialidad convergente del crecimiento de la población y del poder intelectual de la especie humana, así como en la fiabilidad de los logaritmos aplicados a los datos obtenidos por los científicos, concluyó defendiendo que el principio de autoridad y la jerarquía habían cumplido ya su función evolutiva y que ya no eran necesarias. Abundó en ello al afirmar que la falta de líderes carismáticos como los de antes era un signo que debía ser interpretado positivamente.

Ante estas consideraciones no tendría yo nada que objetar, si no fuera que, a pesar de su incontestable sensatez, la participación en el VI Campus Euroamericano de los profesores Cereijido, Wagensberg, Carbonell y otros invitados estuvo teñida de matices jerárquicos.

Por otra parte, qué pensar, si a pesar de coincidir con el Dr. Wagensberg en algo tan cargado de sentido común como que la pretensión de autorregulabilidad del mercado no puede ser más que, en el mejor de los casos, una muestra de inmadurez, Carbonell terminó abogando por un paradigma cultural donde la racionalidad que caracteriza el pensamiento científico debe ser el factor mutante que ha caracterizar la evolución ulterior de la cultura y con ella, de la especie. Según esa línea de pensamiento, la cultura humana debería asumir la idea de que la responsabilidad de la toma de decisiones es materia científica, ya que, según apostilló Wagensberg en el coloquio, la ciencia es la parte del conocimiento humano menos sometida a los avatares de la ideología. Qué pensar de todo ello, si la convergencia de las funciones exponenciales sólo se da cuando la variable decrece, al contrario del caso considerado por Carbonell y los logaritmos a los que se refería, creo yo, eran, más bien, por el contexto, en sentido laxo, algoritmos, procedimientos de tratamiento de datos.

Con el anumerismo manifiesto en el interior del propio discurso como contexto, aunque sin pretender menoscabar el valor del trabajo incontestable del gran personaje científico que es Carbonell, me cuestiono profundamente acerca de la validez de cualesquiera argumentaciones marcadas por la fascinación casi mágica por el arcano poder de los números. Los números sin pasión tienen el mismo valor que la pasión sin números.