viernes, 4 de marzo de 2011

Sociedad del espectáculo


Al escuchar unos comentarios de María Dolores de Cospedal sin saber de quién se trataba, me ha dado la impresión de no proceder de alguien dedicado a la política. Más bien parecía una fararandulera mediocre. A muchos políticos les ocurre algo así. Caen de cuatro patas en el chiste fácil de una forma tan estrepitosa que le da a uno vergüenza ajena el verlos. Desde luego, risa no dan. Miedo, por supuesto.

Sin pretender desmerecer a la honrada profesión de la farándula, a la que pertenezco y siempre he respetado, siento que esta actitud se halla en sintonía perfecta con un corrimiento del mundo de la política hacia el acaparamiento de presencia mediática, en nuestros días, un bien intensamente codiciado por todo el mundo.

El fenómeno irá a más. Esa tendencia al alza sólo cambiará, tras un proceso de saturación y cansancio, con la llegada de un nuevo paradigma, quizá al cabo de unos cuantos decenios. Paralelamente, los media habrán sufrido un proceso de democratización profunda. Nada que ver con los Gran Hermano de nuestros días, claro.