Leo en El atizador de Wittgenstein y el agalma de Sócrates a Lacan, de Néstor Braunstein,
"http://nestorbraunstein.com/escritos/index.php?blog=2&p=55&more=1&c=1&tb=1&pb=1",
"Tal fue Wittgenstein a lo largo de su vida; un ser desapegado de los
objetos de la codicia por los que se enajenan sus semejantes y un sujeto
indiferente a todo lo que se presentase con revestimiento fálico. Un
denunciante por omisión de todas las locuras que se consideran normales.
Los datos son conocidos: nunca tuvo una relación estable con nadie, sus
amoríos son más objetos de especulación de los historiadores que hechos
fehacientemente documentados, renunció a la ingente fortuna familiar,
jamás apreció de manera duradera a ningún pensador viviente, no tenía
objetos personales que quisiese conservar, lo dejó todo para ser
estudiante de filosofía, se hizo soldado raso voluntario en la Primera
Guerra, renunció a cualquier posible privilegio cuando fue hecho
prisionero, se ausentó para profundizar en su pensamiento en los fiordos
de Noruega, trabajó como maestro de primaria en una escuela tirolesa,
se negó a publicar sus investigaciones, hizo un misterioso viaje a la
Unión Soviética para ver si la vida en el stalinismo podía aportarle
algo, trabajó como ordenanza, enfermero y asistente de laboratorio en la
Segunda Guerra, dejó su puesto de profesor en Cambridge para irse a
Irlanda y cuando supo que tenía un cáncer de próstata no hizo nada para
detener el avance de la enfermedad y se dejó morir sin proferir ninguna
queja ni reclamación. Es de ese hombre de quien hemos de pensar el gesto
de arrojar el atizador y relacionar ese gesto con lo que llegamos a
saber sobre los agálmata."
Conocía su historia, así como el cuento de la supuesta disputa entre Popper y Wittgenstein a la que el texto se refiere y que quizá Russell hubiera querido propiciar; pero está tan bien contado y me admira tanto ese hombre. Casi parece una leyenda. O hemos hecho de él una leyenda? En cualquier caso, qué belleza la de su lenguaje!
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